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Un Stablecoin es un activo digital, cuyo valor se vincula a un activo que bien puede ser una moneda fiduciaria (fiat) como otro de otra naturaleza, tangible o intangible. La correlación del Stablecoin con dichos activos de soporte tiene como principal objetivo dotar de estabilidad al valor del activo digital, remediando así su principal punto débil, es decir, la volatilidad de su precio en el mercado. Los activos de respaldo pueden ser, básicamente, de cuatro categorías:
a) Cuando la Stablecoin está respaldada por una moneda fiat (fiat-colletarised Stablecoin) tiene como garantía depósitos bancarios, efectivos o similares. Normalmente, los emisores de este tipo de Stablecoins tienen los activos en instituciones financieras, particularmente bancos.
b) También puede estar respaldada por activos financieros (bond- backed Stablecoin), tales como títulos de deuda, bonos del tesoro u otros instrumentos financieros líquidos similares o equivalentes. De hecho, actualmente las Stablecoins son los segundos tenedores de bonos del tesoro de los Estados Unidos, por delante de países como Japón, Reino Unido o China.
c) Las Stablecoins también pueden estar respaldadas por activos de carácter digital (crypto-backed Stablecoins), también llamados “criptomonedas”. En este caso, estos activos no tienen un administrador central, como sucede en las Stablecoins anteriores sino que dependen de “Smart contracts” o contratos inteligentes que permiten al prestamista bloquear los criptoactivos para convertirlos en garantía, y así generar nuevas Stablecoins en forma de préstamo. Si el prestamista desea convertir sus criptomonedas bloqueadas, deberá devolver los Stablecoins al protocolo, restándose las comisiones de “gas” incurridos en el protocolo de blockchain (operación de validación). Como ejemplo de referencia de esta arquitectura, está el token DAI.
También hay que mencionar las Stablecoins estables algorítmicas, o activos digitales que dependen de “Smart contracts” para mantener la vinculación de su precio. En muchos casos, el algoritmo actúa sobre el número de tokens en circulación para mantener la estabilidad. De manera sencilla, si los precios suben, el algoritmo acuña nuevos tokens y los distribuye entre los titulares existentes, de modo que se contrarresta la subida y devuelve el token a una zona “estable” para que siga guardando relación con el valor del activo subyacente. Si el precio de la Stablecoin baja, el algoritmo “quema” o saca de circulación un número de tokens hasta que el precio se reajusta.
La abrumadora mayoría de Stablecoins tienen su respaldo en moneda de curso legal, y particularmente en el Dólar estadounidense, debido a la liquidez y estabilidad histórica de esta moneda en el mercado, pero también debido a la confianza de los operadores en ella. Asimismo, muchas Stablecoins necesitan colocar reservas líquidas, como depósitos bancarios, y el mercado de deuda y depósitos en Dólares estadounidenses ofrece las mejores opciones, lo que genera un círculo virtuoso para esa moneda, atrayendo inversores fuera del ámbito convencional que a su vez contribuyen al pago de la deuda del país y de paso genera un efecto de “dolidarización” de las Stablecoins. Y finalmente, los “traders” y las plataformas de Stablecoins utilizan los tokens USD-tethered para cuadrar operaciones así como para transacciones “cash on chain”, demanda que incentiva la emisión de Stablecoins en Dólares estadounidenses.
Cuando un usuario intercambia moneda fiduciaria por Stablecoins, la plataforma en cuestión emite nuevos tokens de Stablecoins y los pone en circulación. El valor de las unidades de criptoactivo emitidas viene respaldado por una cantidad equivalente, que se mantiene en reserva. Y cuando el usuario canjea Stablecoins por dinero fiduciario, la plataforma se deshace o destruye los tokens, al retirarlos de la oferta disponible. Así, este mecanismo de acuñación y destrucción sostiene el precio estable y hace que cada unidad de Stablecoin en circulación se encuentre respaldada por una cantidad equivalente del valor que se tiene en reserva.
La Stablecoin se ha convertido en un creciente medio de pago. Para casar la operación, esa unidad de valor digital es convertida previamente en moneda fiat, que es la que recibe finalmente el vendedor de un determinado activo. El intercambio de Stablecoins por bienes o servicios no sería un pago en si mismo, sino una permuta de activos. Por tanto, no se da una verdadera compra directa con Stablecoins, lo que sería equivalente darle en la práctica un estatus igual o equivalente al de moneda de curso legal, cosa que oficialmente no tiene.
De manera constante, los medios anuncian los peligros de las Stablecoins, derivados de su falta de liquidez u opacidad, y sugieren un control específico e incluso exhaustivo sobre sus actividades y auditorias para controlar el respaldo efectivo en activos. Pero esta crítica no parece irrefutable porque algunas de las plataformas emisoras de Stablecoins como Tether (USDT) o Global Dollar (USDG), que representan un 90% del mercado de las Stablecoins, ya están sujetas a auditorías y publican los activos que tienen en reserva en respaldo del valor de los tokens que tienen en circulación.
Lo cierto es que las Stablecoins existen, crecen y parecen llamados a convivir con otros activos o medios de pago. En países con alta inflación, moneda inestable o con controles de capital, constituyen una verdadera alternativa al sistema bancario tradicional y un medio de pago seguro, rápido y económico. Las transacciones entre negocios y entre particulares son comunes para pagar servicios o bienes, y para recibir o enviar remesas. La particular facilidad y rapidez de la operativa “cripto” facilitan su eficacia como fórmula paralela a los bancos: por ejemplo, es mucho más rápido abrir una “wallet” cripto que una cuenta bancaria. En realidad, las Stablecoins funcionan como medio de intercambio y liquidez; los intermediarios o “traders” las utilizan para entrar y salir del mercado y las casas de cambio cripto las utilizan por par base. En otras palabras, son lo que el Fondo Monetario Internacional denomina “farm for yields” del ecosistema cripto, que facilita toda la actividad económica dentro de él.
Volviendo a la Stablecoin como medio de pago, hay dos razones que justifican su uso creciente: el alto coste de los pagos internacionales realizados con tarjetas de crédito, e incluso los nacionales, como sucede en los Estados Unidos (donde los costes de pago son cinco veces los de Europa) y en segundo lugar, el elevado coste de intermediación en las remisiones de dinero internacionales. Según la OCDE las transacciones vía Stablecoins han aumentado en la medida que lo han hecho los activos cripto. Mientras en 2023, las transacciones de Visa doblaban las realizadas mediante Stablecoins, en 2024, es decir, en un solo año, estas últimas ya superaron a las de Visa. Esta tendencia es una prueba de que los pagos mediante Stablecoins se han consolidado y avanzan, por los motivos señalados anteriormente.
Las Stablecoins tienen una enorme virtud práctica en las transacciones internacionales, puesto como ya sucede con otro tipo de criptoactivos (criptomonedas), se pueden enviar y recibir Stablecoins en todo el mundo, sin intermediarios y a comisiones muy inferiores a las de los intermediarios financieros clásicos. A ello, añadir la inmediatez y seguridad de la transacción derivada de la tecnología blockchain que las soporta.
La cuestión debatible es si las Stablecoins reúnen los tres elementos que caracterizan a la moneda: unidad, elasticidad e integridad. Mientras la opinión del entorno cripto y la realidad del mercado dan una idea de que si bien no perfectas, las Stablecoins son verdaderas monedas de curso tan fiable o mayor que algunas monedas fiduciarias (lo que no es incierto), el sistema bancario y los medios de pago convencionales le niegan tal consideración, basándose en la falta de transparencia, el potencial uso por delincuentes, o su falta de estabilidad. Pero si estas críticas fuesen incontrovertidas, las Stablecoins habrían ya perecido víctimas de su propia naturaleza y la desconfianza del mercado, lo que obviamente no ha sido así. Quienes niegan su condición de moneda apuntan que las Stablecoins no están garantizadas por una autoridad centralizada, pero si tenemos en cuenta que el límite de garantía de los depósitos bancarios no excede los 100.000 Euros por titular y entidad de crédito, tal vez ese no sea un argumento determinante. Otra crítica frecuente es la inestabilidad del precio, pero también en este punto no puede generalizarse; la volatilidad de las Stablecoins depende no tanto del token en sí mismo, sino de la solidez de la plataforma que las emite y de las presiones de compra y venta a las que se somete a esta última; cuanto mayor es la plataforma, menor es la volatilidad. Y tampoco hay que desdeñar las depreciaciones que sufren las monedas fiat en el mercado. Tomemos por ejemplo el Yen japonés: en 2022 un euro se cambiaba a 130 Yenes mientras que hoy supera los 180 yenes. En menor medida, observaremos que el Dólar estadounidense se ha devaluado casi un 10% durante 2025.
Desde un punto de vista puramente técnico, no sería adecuado considerar la Stablecoin como una moneda de curso legal, en la medida que no la emite, regula ni garantiza una autoridad monetaria centralizada ni es reconocida como unidad de cambio universalmente. Esto no significa que no puedan considerarse como una unidad de pago y cobro de curso “alternativo” a la moneda convencional. Lo que decidirá su condición final será la acogida y uso que le dé el mercado y en especial, la confianza de los operadores económicos. De hecho, en un reciente artículo, el Financial Times previene que en los próximos cinco años, aparecerán más de 100.000 sistemas de pago Stablecoins, lo que sin duda va generar cambios en el sistema financiero y la aparición de legislativa regulatoria. Estados Unidos ha adoptado una postura de decidida y rápida integración de las Stablecoins en su sistema como una fuente de compra de sus bonos del Tesoro, y una forma de mantener la preponderancia mundial del dólar estadounidense en las transacciones comerciales y financieras. Tal vez, la Unión Europea y sus Estados miembros consideren la oportunidad histórica para atraer Stablecoins apoyadas en el Euro para conseguir fuentes alternativas con las que sostener su creciente deuda.
Por lo pronto, el rápido desarrollo de las Stablecoins como forma de pago llevará consigo cambios a corto plazo y en la vida real: posiblemente, las comisiones de las tarjetas de crédito y de las empresas de envío de remesas de dinero tengan que ajustarse a importes que les permitan competir con los muy económicos pagos con Stablecoins, so pena que los comerciantes migren progresivamente a plataformas de pago con Stablecoins, abandonando los sistemas tradicionales. Por otra parte, algunos bancos han tomado iniciativas como los depósitos en forma de tokens (representaciones digitales de activos contenidos en un entorno blockchain distribuido, similar al usado por los Stablecoins) con el objeto de competir con las plataformas emisoras de Stablecoins. Estos activos pueden utilizarse para realizar pagos en línea, procesos de rehipoteca u operaciones de liquidación de activos digitales. Asimismo, JP Morgan ya realiza pagos en Stablecoins, aunque los volúmenes diarios son todavía muy modestos comparándolos con los efectuados en moneda fiat. En otras palabras, los operadores financieros tradicionales ya están adaptándose a un futuro entorno “multi moneda” donde las monedas fiat convencionales convivirán con las Stablecoins por la propia dirección del mercado. Obviarlas no cambiará las cosas.
Eduardo Vilá
Vilá Abogados
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19 de diciembre de 2025